La unión simbiótica

Una relación simbiótica es la interacción conjunta que tienen dos organismos diferentes, un proceso de asociación íntima, producto de una historia evolutiva entrelazada. Pueden ser de distintos tipos, así cuando, en esa interacción conjunta ambos se benefician, se denomina mutualismo. Un caso especialmente curioso es el del chorlito egipcio que se aventura en la boca del cocodrilo para alimentarse de comida sobrante y, a cambio, liberarlo también de los parásitos que le infestan las encías.

En nuestra política se da este tipo de simbiosis y el chorlito adopta la postura de perfil egipcio, con ambas manos en actitud de recibir de un lado y del otro. Será porque sirve a los intereses de dos especies distintas según de donde se pueda recibir más. Piensen mal y acertarán.

Otra relación simbiótica presente en los seres vivos es el parasitismo, proceso por el cual una especie amplía su capacidad de supervivencia utilizando a otras especies para que cubran algunas de sus necesidades básicas y vitales, como la sanguijuela, que se alimenta de la sangre del hospedador. Los mal pensados creerán que sigo hablando de cierta fauna política: podría ser.

Las especies explotadas no obtienen un beneficio por los servicios prestados al parásito y, en la mayoría de los casos se ven perjudicados (qué casualidad, como los ciudadanos) , disminuyendo su viabilidad y pudiendo llegar a morir. Los parásitos, en muchos casos, son organismos altamente especializados y han dedicado su existencia a adaptarse al estilo de vida que los define y al hospedador.

 Piensen en esos políticos que no tienen otra ocupación conocida y que siempre mienten a sus votantes con lo que quieren oír. Se han adaptado de tal forma que no pueden prescindir del coche oficial con chófer, el asesor y el canapé. ¡Son tantos años!

Otras ventajas de ser un “profesional” de la política es asegurar la descendencia: a la manera de la hembra del cuco común, que pone sus huevos en los nidos de otras especies para que se los críen, bastantes de ellos colocan a sus hijos a dedo en empresas públicas cuyas pérdidas todos pagamos. Es un caso de optimización, ya que, además, cobran dietas por asistir, normalmente una vez al mes, al consejo de administración de algunas de ellas.



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