Los sofistas

El término sofista proviene de la Antigua Grecia, especialmente de la Atenas democrática del siglo V a. C., en la que florecieron las primeras escuelas de filósofos naturales, conocidos como los sofistas o como los filósofos presocráticos (o sea, previos a Sócrates, el primer gran poeta de la antigüedad griega).

El origen del término sofista se remonta a los vocablos griegos sophía, sabiduría, y sophós, sabio, a juzgar por los textos antiguos que sobreviven, en los que es común verlo asociado a conceptos como ingenio, “talento” o a diversas formas de inteligencia práctica en un sentido genérico. Fue, por ejemplo, el término con el que se nombró a los Siete Sabios de Grecia de los siglos 7 y 6 a. C.

Sin embargo, en las obras de Platón y su discípulo Aristóteles, el sentido del término sofista comenzará a cambiar. En los diálogos platónicos, por ejemplo, se usa ese nombre en el sentido de Maestro profesional, ya que los sofistas deambulaban por Grecia impartiendo los más diversos saberes y conocimientos.


Pero dado que los poetas y filósofos cobraban por sus servicios, se les acusó de perseguir a través del debate no la verdad, sino únicamente la victoria argumentativa, incluso a través de métodos de pensamiento falaces o deshonestos. Un reclamo que les hicieron sus contemporáneos, como Píndaro  o el propio maestro de Platón: Sócrates.

De modo que, a partir del siglo V a. C., el término sofista comenzó a emplearse con el sentido de farsante, charlatán o filósofo dispuesto a ceder ante la opinión pública, en lugar de comprometerse con la verdad. Este último significado se perpetuó hasta los tiempos del Imperio Romano, aplicado no sólo a filósofos sino a escritores, poetas, oradores y profesores de retórica por igual, muchos de los cuales formaron parte del Segundo Movimiento Sofístico.







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